Gracias totales: El final del podcast
Fue un gusto. Te queremos. ¡A lo que sigue!
Fue un gusto. Te queremos. ¡A lo que sigue!
Les hizo ofertas que no podían rechazar.
Santiago Bibiloni llegó de Argentina a San Francisco hace como un año. Como pocos, llegó prácticamente con una idea y nada más (y 325,000 dólares de capital semilla).
Ya dio los primeros pasos para que su empresa intente hacer pie acá. Logró una ronda de inversión de un millón de dólares, entró con sus cofundadores a la aceleradora 500 Startups y está generando una tasa de ingresos de 300,000 dólares por año. Dice que pronto su empresa, COR, se va a mantener sola.
COR hace un software de gestión para que las empresas sepan si sus proyectos van a ganar dinero o no. Intenta robarle clientes a gigantes como Microsoft y a startups grandes del Valle, como Asana, del cofundador de Facebook Dustin Moskovitz. Como todo emprendedor, Santiago se tiene mucha fe:
“Ya les estamos ganando”.
Hoy, nos ponemos filosóficos y reflexivos.
¿Hay vida más allá de tu startup?
¿Cómo es la vida después de tech?
Fin de año es la época en que, a veces, nos planteamos quiénes somos, adónde vamos, hasta dónde hemos llegado. En este capítulo especial del podcast de los latinos en Silicon Valley, hablamos con dos ex emprendedores tech, dos ex startuperos que llegaron a Silicon Valley desde Argentina y Colombia y terminaron haciendo cosas muy diferentes.
Primero, Agu De Marco, fundador de la startup de videos para marketing Wideo, que tras un par de años en Silicon Valley acaba de anunciar que deja de ser el CEO y se va en busca de un camino diferente.
Agu recibió a El Valle de los Tercos en su casa, cerca de la de Diego en la zona de Santa Cruz, California, y se sinceró como pocos en la entrevista. Se saca el traje de emprendedor disruptivo y revela qué hay detrás de ese personaje que muchos le venden al mundo (y ellos mismos ‘se compran’).
«Me encanta la frase que me dijo un amigo: ‘Muchos llegan a la cima y se dan cuenta que no hay nada'».
«Yo estaba por la mitad, un poco menos, y ya vi que no me daba… Así que ya me bajo», dice, entre risas.
Luego llega Brian Andrés Helmick, bogotano, hijo de un estadounidense y una colombiana, que llegó al mundo startup por una vía tradicional: el MBA de Stanford. Tras graduarse allí, lanzó una plataforma de recursos humanos para pymes, Algentis, que vendió exitosamente tras ocho años de trabajo y altibajos.
Poco después, uno de sus inversionistas y amigos, el brasileño Fabio Igel, fundador del fondo Monashees, le propuso una nueva aventura: traer la cultura del mundo tech a una industria súper tradicional, el fútbol. Brian desconfió de la idea pero al final se lanzó a crear los Deltas de San Francisco para revolucionar el fútbol profesional.
«Cuando pienso en fútbol, desafortunadamente la primera palabra que viene a la cabeza es corrupción (…). Y, cuando pienso en deporte profesional en Estados Unidos, uno (como dueño) normalmente es hijo de billonario», dice Brian.