Sí,
Felipe Chávez es un caradura. Y él nos autorizó a ponerle este título al capítulo en que nos cuenta sus aventuras y peripecias para lanzar una startup de robótica en Silicon Valley
empezando de menos diez.
Hay emprendedores que nos han dicho: “No te lances a Silicon Valley si no tienes tres millones de dólares”.
Otros dicen: “Por lo menos, 500,000 dólares”.
Felipe tenía cuatro contactos de Facebook y plata para quedarse un par de semanas, sin pagar alojamiento.
Aun así, logró arrancar su empresa Kiwi, que según dice es la que más entregas de comida por robot ha hecho en el Valle.
Ahora ya tiene más de un millón de dólares en capital y los estira al máximo. Alquiló una casa en la playa en Tijuana, con cocinera, piscina y jacuzzi, y la llenó de hackers colombianos y estadounidenses. Le cuesta apenas una fracción del alquiler que paga en Berkeley por dos departamentos para otra parte del equipo.
Piensa abrir una fábrica de robótica en algún lugar de Latinoamérica y ya tiene alianzas con
DoorDash y otros grandes de la tecnología
on demand para poner sus robots a trabajar.
Pensar que todo empezó con una tarjeta de crédito que rebotó en Airbnb, un colchón en el piso de la cocina de una chica que apenas conocía por Skype, y unos días de vivir en un auto con unos de sus socios.
“Nos bañábamos en el gimnasio de la universidad, mientras llegaba la (primera) inversión”.Por todo esto, le dijimos que es el emprendedor más caradura que conocimos hasta ahora y él dice…
“¡Me gusta el título!”
“No me considero una persona más brillante que los demás… Entonces, si yo pude, ¿por qué los demás no?”Como siempre, te traemos las mejores historias de latinos en Silicon Valley. ¡No te pierdas ésta!
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