En Silicon Valley, siempre se habla de la Mafia de PayPal: El grupo de gente que estuvo en esa empresa al inicio y luego fundó y fondeó decenas de otras startups tecnológicas.
Si en América Latina tenemos algo similar, el argentino
Esteban Sosnik fue uno de
los primeros mafiosos.
A inicios de siglo, dirigió uno de los primeros fondos de capital semilla para startups, Penguin Holdings, lanzado por
Wenceslao Casares y otros miembros de la primera generación de emprendedores puntocom exitosos en Argentina y Sudamérica.
Luego, con Casares como aliado y con su socio Tiburcio de la Cárcova, creó dos empresas pioneras de la industria de videojuegos,
Wanako Games y
Atakama Labs. Las dos se vendieron con ganancias para inversionistas y fundadores.
Ahora, Esteban vuelve a ser inversionista en
Reach Capital, un fondo de tecnología educativa que, además de hacer dinero, intenta traer
más diversidad racial y de género a Silicon Valley.
Pero él lo ve como
un emprendimiento más en su carrera. Lo suyo, dice, es lanzar cosas y
“hacer camino al andar”.
“Los emprendedores, los fundadores, nacemos para esto (porque) somos medio inempleables”.Hoy Esteban nos cuenta:
- por qué lleva dos décadas apostando al talento latinoamericano para ganar mercados globales
- qué busca en los emprendedores a los que decide apoyar y qué encuentra en aquéllos a con los que no quiere asociarse
- cómo los prejuicios raciales y de género pueden hacer que Silicon Valley se pierda la próxima gran ola de innovación
- y mucho más…
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